lunes, 2 de junio de 2008

Breve Guìa para observar con cierta tenacidad la representación artística

1. Dividir la Historia, es decir el conjunto de hechos que se narran[1] en la representación, del Discurso, esto es, la forma de narrarlo, la elección de ritmos, palabras, trazos específicos, en definitiva, las herramientas que el narrador ha elegido para priorizar determinada óptica desde la cual se narra la Historia. Sobre el discurso trabajaremos, dejando la Historia hacia el final del análisis.[2]

2. Disecar, si es necesario, la pieza en todos sus sistemas de signos (visuales, auditivos, intelectuales, táctiles, etc.). Armar historias paralelas, siguiendo la ‘lógica’ de cada sistema por separado, a ver qué nos cuentan, y, finalmente, observar cómo estas historias se relacionan entre sí.

3. No pretender ir detrás de “lo que el autor quiere decir”, ya que, desde Freud en adelante, nos es imposible determinar que es lo que uno mismo quiere decir. Si bien el punto 1 alude a “herramientas que el narrador ha elegido”, este narrador es una entidad virtual, no necesariamente el autor de la obra. Aquello a lo que apuntamos es a construir una lectura propia, no necesariamente original, de la pieza. Intentaremos que en las representaciones polisémicas[3] la lectura desarrollada pueda sostenerse desde al menos dos sistemas de signos.

4. Recordar: la sintaxis no es una disciplina.



[1] Usaré este verbo en lo sucesivo para dar cuenta de aquello que la obra muestra, sea mediante la acción o el texto en una obra de teatro, mediante la imagen en un cuadro o en cine, incluso mediante la evocación de determinada sensación en un espectáculo de música experimental, etc.

[2] Esto se debe a que sobre las cuestiones propias de la Historia hay poco que decir subjetivamente. Sí nos sirve para encontrar en ella la coherencia que esta comparte con el Discurso, o la incoherencia, que, atención, puede perfectamente ser una forma distinta de coherencia. ¿Por qué no? También nos interesa, por supuesto para transitar durante la observación estados de identificación, rechazo, o emociones diversas.

[3] Aquellas que, como el teatro o el cine, hacen uso de más de un sistema de signos.

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